Me permito incomodar para crear la vida que me honra
Soltar la complacencia, atravesar el miedo a la soledad y comenzar a vivir desde el deseo.
Escribo desde el comedor de la casa de mis padres a días de irme a vivir sola con mi perra por primera vez. Este espacio propio lo visualizo como un refugio que me dará fuerza para crecer y trazar nuevas rutas en mi proyecto de vida. Me recuerda a Virginia Woolf cuando recibió la herencia de su tía y, gracias a ello, pudo dedicarse a la escritura, de donde nació "Una habitación propia". En cuanto termine de integrar esta decisión, te compartiré todo.
Este año ha estado lleno de aprendizajes. Asistí a un seminario de Trauma con uno de los maestros del tema, Bessel Van Der Kolk. También comencé una certificación en Breathwork y estoy próxima a presentar mi examen oral para poder compartir todo. Sin embargo, mi aprendizaje más profundo este año surgió de una recaída emocional —la más larga que he tenido en mucho tiempo con mi herida de insuficiencia—, donde sentía que no alcanzaba nada, que cometía demasiados errores y vivía avergonzada de mi imperfección. Al permitirme sentirla y llorarla, descubrí que en realidad tengo miedo a la soledad, a ser excluida del mundo y quedarme sola.
Este auto descubrimiento fue como jalar un hilo que trajo consigo muchos mini descubrimientos más.
Aquí te comparto el descubrimiento más valioso que necesito superar por su alto costo en la vida:
La complacencia.
El arquetipo de la mujer complaciente aparenta ser inofensivo y encarna el ideal femenino según los estereotipos de género. Sin embargo, las mujeres complacientes somos mentirosas: engañamos al mundo al hacerle creer que genuinamente deseamos y queremos hacer todo lo que hacemos.
Ignoramos nuestra rabia para no molestar, sonreímos mientras por dentro llevamos una tormenta de emociones. Todo se reduce a no incomodar y, quizás así —solo así—, ser queridas y aceptadas.
Miré la vida que me creé por dejar que mi yo complaciente decidiera: amistades desalineadas a lo que soy hoy, malos pagos laborales, creer que todas podían ser mis clientas e invalidar el propósito de mi trabajo, y un sinfín de cosas más. Pero lo más duro de sostener fue el cansancio, el hartazgo y mi sed de soledad —porque solo así puedo ser honesta. Porque solo a solas me atrevo a enojarme, a entristecerme, a quejarme, sin que nadie pueda espantarse y rechazarme.
Muchas sesiones de terapia más…
Y hoy puedo imaginar mi vida siendo honesta con mis deseos y mi verdad. Estoy construyéndola: me detengo antes de decir sí para preguntarme si realmente lo deseo, si contribuye a mi crecimiento. Tuve que resignificar el concepto de amistad en mi vida y muchas personas tuvieron que salir de mi círculo cercano (doloroso, pero honesto con quien soy hoy). Con mi pareja he tenido que mostrarme varias veces para que pueda conocer más versiones de mí que son incómodas y él decida si, aun así, le siga atrayendo una vida a mi lado (me ha llenado de miedo hacer esto).
Estoy leyendo Indomable, donde Glennon comparte el cambio que experimentó al soltar la complacencia. Una transformación que ahora estoy viviendo en carne propia.
Existe una vida llena de pasiones, de goces, de autenticidad, de descanso, y de personas que te aceptan y aman tal como eres —incluso cuando, a veces, les resultas insoportable.
Pero lo que más me ilusiona es ese espacio de recreación que surge cuando no existen planes, tareas ni personas desalineadas con quien realmente eres.
¿Qué puedes hacer en ese espacio recreativo?
Descansar, crear, gozar y vivir una vida verdaderamente tuya.
Bajo una mirada patriarcal, esto se ve como un camino oscuro y solitario para las mujeres: sin amistades, sin familia, sin pareja, sin trabajo... ¡Vaya mentira nos vendieron! En realidad, es precisamente ahí donde podemos crecer, hacernos visibles y crear.
Arquetipo de la mujer complaciente
El arquetipo de la mujer complaciente es una figura profundamente arraigada en los sistemas patriarcales y en las narrativas culturales que han moldeado la identidad femenina por generaciones. En dónde no hay espacio para expresar enojo, frustración o deseo propio.
No es una esencia ni un destino: es una estructura aprendida, construida desde la necesidad de ser aceptada, querida y no rechazada, incluso a costa de una misma.
Rasgos principales
Hipervigilancia emocional: está atenta constantemente a las necesidades, emociones y expectativas de los demás, para anticiparse y evitar conflictos.
Dificultad para decir “no”: teme herir, decepcionar o ser rechazada si pone límites.
Alta autoexigencia moral y emocional: se esfuerza por ser la “buena hija”, la “pareja ideal”, la “amiga disponible”, incluso cuando eso le genera desgaste.
Anulación del deseo propio: prioriza lo que los demás quieren o necesitan por encima de lo que ella realmente siente o desea.
Miedo al conflicto o al juicio: evita confrontaciones por miedo a perder el amor, la validación o el sentido de pertenencia.
Confusión entre amor y sacrificio: cree que amar implica ceder, aguantar y minimizarse.
Consecuencias
Pérdida de identidad propia.
Fatiga emocional o corporal.
Dificultades en relaciones íntimas (por no saber expresar límites o necesidades reales).
Sentimiento de vacío, frustración o ansiedad sin causa aparente.
Resentimiento acumulado que explota o se internaliza como culpa.
Retos
Reconectar con el deseo propio.
Aprender a poner límites desde el amor.
Habitar la incomodidad del conflicto como parte del crecimiento.
Reconstruir una forma de vincularse más libre, recíproca y consciente.
¿Cuándo aprendí que era mejor complacer que ser honesta?
¿Qué consecuencias me da más miedo enfrentar cuando digo que no?
¿Qué he traicionado de mí por mantener la armonía?
¿Qué versión de mí podría nacer si dejo de buscar aprobación?
¿Qué pasaría con mi energía, mi tiempo y mi creatividad si empiezo a decir “no” sin culpa?
¿Cómo cambiaría mi vida si empezara a elegir desde el deseo y no desde la obligación?
¿Qué relaciones se transformarían —o terminarían— si dejo de adaptarme a lo que esperan de mí?
¿Qué sueños podría retomar si ya no estuviera ocupada sosteniendo la comodidad de los demás?
¿Qué límites necesito para proteger la vida que quiero construir para mí?
Atreverse a vivir diferente a lo aprendido requiere valentía y esperanza. El camino es paso a paso: reflexionando, experimentando e integrando. Esto aplica tanto para las recaídas como para los logros.
Si deseas acompañamiento emocional para este tipo de procesos, puedes contactarme en Instagram: yomalli___
Un abrazo.
Yomalli G